jueves, 24 de julio de 2008

La Plaza del Mercado

El día se despertaba de un color plomizo tiñendo la ciudad de una extraña melancolía que reflejaba en el cristal de la ventana de mi habitación ráfagas de imágenes de infancia. Y mientras mi mente se sumergía en un laberinto de sombras de recuerdos y olvidos, los nuevos y madrugadores habitantes reavivaban cada rincón de la plaza del mercado con sus estands repletos de alimentos y exóticos objetos de añoranza. Atrás habían dejado tierras, familias, identidad y la efímera promesa de que volverían con nuevos aires de riqueza prestada.
Abrí la ventana y el frío viento azotó mi cara. El eco de voces sin palabras inundó la habitación y aponyándome en el alféizar contemplé con mayor claridad la realidad de culturas encontradas; la de culturas que hablan un mismo idioma: el de la humildad y el respeto.
Los niños correteaban despreocupados entre los puestos, ajenos a cualquier responsabilidad, y dejando tras de sí un rastro de fresca algarabía que arrancaba la sonrisas de los ancianos que, como cada sábado, se reunían entorno a la plaza para contemplar el espectáculo del montaje de este improvisado circo de variedades.
Respiré hondo cerrando los ojos al mismo tiempo y dejándome embriagar por el incesante murmullo que emanaba del tan bien avenido mercado. Algunos clientes ya negociaban con los expertos comerciantes el precio a pagar mientras revisaban con ojo clínico el aspecto de la mercancía.
Mientras tanto el manto gris se abría dejando paso a los primeros rayos del sol de septiembre y la ciudad comenzaba a mirar al cielo agradecida por el confortante baño dorado. Me enfundé mi vieja chaqueta y bajé con premura a la plaza para mezclarme con los aromas de diversidad y las sombras del pasado.

sábado, 17 de mayo de 2008

Hey There Delilah

Dedicado a mi Abuelo, que hace ya un año que nos dejó.

lunes, 17 de marzo de 2008

Lax'n'Busto

Un sentimiento...

miércoles, 27 de febrero de 2008

La reflexión de hoy




Nuestro corazón tiene la edad de aquello que ama.


- Marcel Prévost -


Quien ha osado volar como los pájaros, una sóla cosa más debe aprender: a caer.


- Rainer Maria Rilke -


El hombre a quien el dolor no educó siempre será un niño.


- Niccolò Tommaseo -



Dedicado a Xavi y Silvia que saben estar cuando más les necesito.

sábado, 9 de febrero de 2008

Cazadores de Historias

A veces me sorprende lo ajeno que es el protagonista a su propia historia al creerse inmune a los ecos de voces que corren en súbito silencio, en falsa lejanía. Para cuando cae en la cuenta la enfermedad es ya irreversible, devoradora despiadada de recelos acallados; ansiado alimento de carroñas al encuentro de verdades encubiertas. Si el azar está de su parte hallará misericordia en la mirada de algún allegado con suficiente valentía como para ensondecer injurias y agravios que propinan los prejuicios más soeces. Si opera lo que por uso y costumbre está fielmente arraigado a sociedades seudodesarrolladas, será otra víctima más de su propia indentidad; abocado a un sinfín de espejismos de realidades cuya escapatoria se le antojará como la más ardua de las batallas que, sin ser caballero, deberá afrontar sin entrenada gallardía para no ser pasto de ardientes hogueras o afiladas guillotinas.
Una insólita victoria sería digna de ser cantada por los trovadores de esta época que encontrarían en ella la manera de no sucumbir a un consabido final, perpetuando la pandemía hasta los confines de su apropiada historia.
Su más que probable derrota será enterrada en el cementerio de los recuerdos, cayendo presa del más cruel de los olvidos de aquéllos que un día jugaron a ser cazadores de hitorias.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Dire Straits

Nuestra Canción...

sábado, 5 de enero de 2008

El Sultán

En la batalla de dos aguas confinadas te encontró.
Espejismo de rosas heridas y aromas abatidos
que en la estación de caducos recuerdos aguardaban al tren tardío.

Palabras lisonjeras que acunaron tus oidos,
Ilustrado en razón; insólito de un estado rural.
Seductor de tus sentidos que fueron aprehendidos.

Caballero de recio seblante; conquistador de gran gallardía.
Sultán de una canción; buen conocedor de la oración.
Guía del anhelado amor con extremado corazón.

Y empezaste a quererle sin medida,
fiel esposo de mirada expectante,
en la torpeza de la inocencia confundida.

De felicidad se colmaron vuestros espíritus,
juventud de vida de eternidad longeva,
necesidad de hoy y mañana de en fin.

viernes, 4 de enero de 2008

Dave Weckl

Mientras exista la esperanza

Entre sombras vivo hoy de olvido,
en el triste recuerdo del pasado,
y a amarga soledad condenado,
en un mundo frío muero sin sentido.

Es tan grande el dolor por mí vivido,
que eternas lágrimas me ha causado,
pues la ausencia de los más amado,
en lo más profundo me ha herido.

¡Oh caduca y vana existencia!
¿Por qué la muerte no me alcanza
si robaste mi dulce inocencia?

Mas en la inquietud de su tardanza
aún conservo en estra triste esencia,
el deseo de una alegre esperanza.

Dedicado a los que todavía mantienen la esperanza y a los que no también.

martes, 1 de enero de 2008

La Oreja de Van Gogh

El pozo de los olvidos

Me cogío la mano y señaló hacia el cielo de la noche cerrada mientras sus labios se esforzaban por esbozar una tenue sonrisa. Entonces miré fijamente como nunca había mirado antes y vi por primera vez lo que siempre había estado allí esperando a ser encontrado, inamovible, impasible, como sólo lo están las cosas carentes de emociones; como yo había estado durante demasiado tiempo; tiempo que ahora se me antojaba irrecuperable. Vi mi reflejo, la imagen de quien se cree conocedor de sentimientos no compartidos, exclusivo de vírgenes rameras o solitario de silencios de multitudes. Cerré los ojos y vislumbré con fugaz claridad las súplicas de sueños en naufragio, ilusiones en polvo de cenizas. Me sobrevino un escalofrío. Sentí que me apretaba la mano con firmeza impropia de un niño mientras me susurraba al oido que nunca tuviera miedo de mí mismo, no al menos mientras recordara quién había sido, quién era o quién sería. Desapareció, como desaparecen las cosas que más queremos; así, casi sin darme cuenta, sin tiempo para despidos, sin lágrima de doloroso augurio. Nunca más volvería, pues ya había sido rescatado del pozo de los olvidos.

Un momento de inspiración

En una página plateada

En la oscuridad de la noche sombría esperaré;
el brillo de tu mirada será lumbre para un depertar de corazón.
Y nuestro amor será viajero de rumbo infinito,
descubridor de lugares recónditos que no fueron inventados.
Izando velas el viento soplará con fuerza, -la mar en calma- infatigable motor de nuestro destino.
Atrás quedaron pasajes de soledad, alimento de vagos recuerdos que se harán olvido.
Y el mañana brillará por el son de un te quiero;
naufragio de temores sórdidos en la pérdida de la consciencia.
El horizonte se hará alcanzable en la cúspide de nuestro deseo, y nuestras almas se unirán en la caricia de nuestro amor.

Por y para ti.

Nightwish

La buena literatura

"De niño aprendí a conciliar el sueño mientras le explicaba a mi madre en la penumbra de mi habitación las incidencias de la jornada, mis andanzas en el colegio, lo que había aprendido aquel día... No podía oír su voz o sentir su tacto, pero su luz y su calor ardían en cada rincón de aquella casa y yo, con la fe de los que todavía pueden contar sus años con los dedos de las manos, creía que si cerraba los ojos y le hablaba, ella podría oírme desde donde estuviese. A veces, mi padre me escuchaba desde el comedor y lloraba a escondidas."
La sombra del viento - Carlos Ruiz Zafón


"Quería saborear cada hora y cada minuto que me quedaba a su lado. A menudo pasábamos horas abrazados sin hablar, sin movernos. Una noche, era jueves, Marina me besó en los labios y me susurró al oído que me quería y que, pasara lo que pasara, me querría siempre.
Murió al amanecer siguiente, en silencio, tal y como había predicho Rojas. Al alba, con las primeras luces, Marina me apretó la mano con fuerza, sonrió a su padre y la llama de sus ojos se apagó para siempre."
Marina - Carlos Ruiz Zafón



"Levantó la cabeza y observó el inmenso océano negro frenta a él. Las estrellas salpicaban el cielo, como si estuviesen encargadas de señalar la línea de demarcación entre el oleaje y el firmameto.
-Una noche bastante bonita para morir- se dijo.
Y entonces, desnudo como el amanecer que estaba sólo a unas horas, caminó despacio hacia el agua embravecida."
El psicoanalista - John Katzenbach